Girasol

Insisto con la pregunta porque dejé de creer en el entendimiento; la peor de las ilusiones es creernos en paz.

La operación en realidad es sencilla, pero no sabemos qué hacer con ella: lo que uno siente sale del estómago, le atraviesa la garganta, se viste de lenguaje articulado y sale al mundo como un bebé sucio gritando. ¿Cómo es posible que creamos, tan simplemente, que podemos entendernos? En seguida, vos intentás armar el puzzle pero las piezas no se quedan quietas, te saltan por la espalda, zapatean, te corren por los brazos, van demasiado rápido y sin dejar rastro.

No te preocupes; algo ha quedado, siempre hay remanentes. Ahora algo amorfo llega hasta tu estómago, pero lo que sucede ahí ya es un misterio. Ya no hay bebé, puzzle ni palabras; ojalá al final quede un girasol. El mismo proceso se repite a la inversa, indefinidamente, y entonces todo es un engaño.

¿Ves? Es casi imposible entenderse, porque mi final y tu comienzo no son más que cortes artificiales de un mismo continuo de caos y resurrecciones, pero ni siquiera en esto deberíamos estar de acuerdo. Cohabitamos el desconcierto mientras los vasos se van vaciando, pero la sed sigue intacta. A ambos nos rompieron, solo de eso podemos estar seguros; y solo en una cosa estamos de acuerdo, incluso sin decírnoslo: hace frío, es mejor que nos vayamos a seguir muriéndonos de dudas al dormitorio.

Ojalá, al final, quede en tu estómago un girasol.

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