Cosas vivas

La oda convulsiva es por fin la paz, sí, 

y ahora huele a cosas vivas. 

Sí, por fin la paz; 

la mano extendida encuentra la tuya y entonces ahora 

preparo dos tazas de café, cuelgo dos toallas y 

fijate que te hice lugar en el ropero. 

La figurita no es repetida, 

qué alivio, 

sino que renace y se reinventa, 

todo tiene sabor fresco y 

los nombres nos son livianos, 

ahora tus dedos dibujan ecos de tranquilidad; 

tendrías que estar un jueves para que veas 

cómo sigue resonando la melodía 

que tocaste cuatro días atrás, 

y entonces por fin es suficiente, 

por fin es suficiente, 

me digo, 

en silencio, 

y me sonrío.

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